Los sentidos generan una imagen interna de nuestro mundo externo a través de la información que es enviada al cerebro, encargado de interpretar las señales y determinar cuál será nuestro comportamiento alimentario. Este comportamiento no solo viene controlado por mecanismos internos, sino que las sensaciones de placer o de bienestar subjetivo también regulan el hambre y la saciedad. Por lo que aspectos cognitivos, sociales, emocionales, culturales, económicos y también sensoriales son esenciales para tratar de comprender la forma en la que nos alimentamos. Estas impresiones sensoriales interactúan con una serie de procesos que implican preferencias, aversiones, valores, tradiciones o simbolismo.
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